Por Patricia Matus.
Para muchos el rodeo es un deporte de amigos, para otros los caballos son un sistema de vida, pero también hay un grupo que lo viven como una manera de compartir y disfrutar en familia.
El reciente fin de semana el Rodeo Padre e Hijo, corrido en la medialuna monumental de San Carlos, fue un reencuentro con las tradiciones más lindas que da este deporte, evocando esos hermosos años de antaño, vivencias que se quieren recuperar.
Sin duda que los actores son otros, con jinetes de muy corta edad, que dan un brillo muy lindo a las corridas, más aún si lo hacen junto a su padre.
Una de las colleras participantes llamó poderosamente la atención, el conocido jinete corralero Lautaro Arias y su hija Rafaela, lo que se hereda no se hurta, una joven deportista que brilla con luces propias y mucha calidad en otro deporte, el basquetbol, en el cual es seleccionada, destacando por sus condiciones, garra y entrega, cosechando elogios a nivel nacional, pero el fin de semana recién pasado debutó oficialmente ´´corriendo la vaca´´, si clasificó o no para la Serie Campeones será parte del recuerdo, pero lo hizo con mucha entrega, como ella acostumbra, lo más lindo es que lo hizo con su padre, corriendo el Porfirio, caballo que llegó a Rancagua y que arregla su primo Pedro.
Es un instante de vida inolvidable para ella y que lo disfrutó plenamente en familia, sus fieles hinchas, el tiempo dirá si el rodeo será otro deporte que incorporará a sus prácticas habituales.
